«Algo del antiguo fuego»: la verdadera historia detrás de los tres hijos de Fangio

22/11/2019

Lo escribió el periodista Miguel Prenz.»En la vida de Fangio hay situaciones que en otro momento histórico serían muy difíciles de sostener«, explicó el autor de Algo del antiguo fuego.


Algo del antiguo fuego es un libro que escribió el periodista Miguel Prenz y cuenta la historia de los hijos de Juan Manuel Fangio: Rubén, Oscar y Juan.

Los tres recurrieron al ADN para demostrar su filiación. Tras los fallos judiciales en favor de ellos comenzaron los litigios legales con los herederos del piloto cuya muerte, ocurrida el 17 de julio de 1995, a sus 84 años, fue lamentada con tres días de duelo nacional.

En apenas 150 páginas, Prenz entrevista a sus hijos no reconocidos, que se reparten entre Balcarce, Mar del Plata y Lobos. Convive con Rubén, Oscar y Juan. Habla con sus familiares y cruza de vereda para escuchar a los primeros herederos oficiales. Aquellos que niegan una herencia superior a los 50 millones de dólares. Regalías, campos, otras propiedades. Nafta Fangio XXI. Ropa masculina. Relojes Tag Heuer. El Museo de Balcarce. La Fundación. Todo en auditoría.

En una charla con Clarín, Prenz habló sobre su investigación y si bien «no juzga a nadie», revela datos de cómo el quintuple campeón del mundo en Fórmula 1 escondió a sus tres descendientes. 

El cuerpo de Fangio fue exhumado en el invierno de 2015 para realizarse las pruebas de ADN.
El cuerpo de Fangio fue exhumado en el invierno de 2015 para realizarse las pruebas de ADN.

–¿Qué sabías de Fangio cuando descubriste la noticia sobre sus hijos?

–No vengo de una familia fierrera en lo absoluto así es que tenía la imagen que tenemos todos del tipo de figura era. Y en eso me parecía que había algo potente. Luego, por los medios, supe que Rubén era un tipo laburante, jubilado ferroviario y que era parecido físicamente a Fangio. Los diarios también hablaban de Oscar, también un tipo de trabajo. Y después, con el tiempo, se sumó un tercer reclamo que es el de Juan. Pero en ese momento, Ruben y Oscar ya tenían una confirmación legal de su identidad y me pareció que había algo para contar. Le propuse a Leila Guerriero un artículo para Gatopardo y esa nota es el germen del libro.

Ruben Juan Fangio de 76 años en su casa de Cañuelas. / German Garcia Adrasti
Ruben Juan Fangio de 76 años en su casa de Cañuelas. / German Garcia Adrasti

–¿Con qué te encontraste al conocerlos?

–Como se cuenta en el libro, me encontré con tres hombres excepcionales, tipos laburantes de toda la vida, dedicados a su familia, haciéndose cargo de sus cosas. Suena conservador lo que estoy diciendo pero generacionalmente se puede tomar como un elogio, si se quiere. Son personas mayores de 70 años que estaban muy enteras bancando una situación que implicaba un sacudón no menor. Y ese perfil que tienen me parece que marcaba más ese contrapunto con Fangio: la vida de tres laburantes en relación con la vida de un ídolo.

Juan Carlos Rodríguez es ingeniero agrónomo y vive en Balcarce.
Juan Carlos Rodríguez es ingeniero agrónomo y vive en nuestra ciudad.

–Ellos protagonizan el libro, pero sus  madres también tienen un lugar relevante…

–Era algo que no podía faltar. Para mí, la historia también incluía a esas mujeres. Y no una mención menor: quería que se supiera cómo eran, que carácter tenían, cómo se comportaban, cómo era físicamente. Una vez que empecé a trabajar con el archivo, vi que había una ausencia grave: me parecía que había que visibilizarlas.

–Las tres componen un espectro muy amplio: la divorciada, la casada infiel y la adolescente desposeída de todo. Y Fangio, muy prescindente de todas ellas.

–Este es un momento interesante para mirar eso. Lo que me pasó a mi fue que el proceso de escritura e indagación empalmó con un tiempo histórico que estamos viviendo caracterizado por una nueva etapa del movimiento de mujeres, con nuevas protagonistas, nuevos reclamos, nuevas necesidades. Por otro lado, cuando llegué a esta historia, venía con muchas lecturas sobre el feminismo de la década del 60 y estaba muy en esa sintonía. Entonces, es un tema que me convoca, me interesa y no es de ahora. Por todo eso, me parecía que esas tres mujeres tenían que estar porque si bien en principio es una historia de hombres, al mismo tiempo son hechos que involucran a esas mujeres que, por distintas razones, fueron ocupando el centro. Pero estas cosas las fui reflexionando después, al principio era algo completamente narrativo.

Juan Manuel Fangio junto a su hijo Oscar Cacho Fangio y Andrea Barruet.
Juan Manuel Fangio junto a su hijo Oscar Cacho Fangio y Andrea Barruet.

–Aunque Algo del antiguo fuego cuenta la paternidad ​oculta de Fangio, ¿por qué elegiste una voz que narra sin cuestionamientos y sin juzgarlo?

–Es algo que se terminó conformando solo. De hecho, lo fueron construyendo los protagonistas, por un lado, y el propio Fangio. Haciendo un trabajo de archivo profundo, me encontraba que el personaje se pintaba solo incluso con sus contradicciones. Él mismo aparece en una época hablando de su hijo y en otra época diciendo que no fue padre. Entonces, fue el propio archivo el que me ofreció esta progresión. Por otra parte, yo creo que escribir es formular preguntas, retrasar las respuestas y nunca jamás juzgar a nadie. No como una regla moral sino porque, con la riqueza que tienen los personajes y las acciones, subrayar algo solo resta.

–Fangio forma parte del panteón nacional de ídolos. ¿Dice algo del país ese panteón?

–Los panteones los arman quienes tienen el dinero para construirlos. Por fuera de eso, están los ídolos populares. Pero unos y otros representan sectores particulares. De hecho, me pasó que, mientras trabajaba en esta historia, colegas me preguntaban por el contrapunto con Maradona, casi obligado. Pero a mí me parece que si caés en esa trampa terminás obligado a defender a alguien. Y yo no quería defender a ninguno, no quiero juzgar a ninguno de los dos. Lo que quizás me interesaba era ver en este ídolo eso que no estaban tan visto. Es verdad que en la vida de Fangio hay situaciones que en otro momento histórico serían muy difíciles de sostener, pero en el libro no hay una crítica ni a él ni a los medios que fueron cómplices de sus silencios y mentiras (aunque conocían la información). 

Miguel Prenz. El periodista dice que jamás hay que juzgar. / Emma Prenz.
Miguel Prenz. El periodista dice que jamás hay que juzgar. / Emma Prenz.

–¿Por qué le aceptaban los cambios en la historia y los silencios?

–Una de las historias era conocida y pública. Oscar también fue piloto y en los años 60 y 70 fue conocido con el nombre de Oscar Fangio y llegó a competir en Europa en Fórmula 3. Los otros dos casos eran conocidos por lo menos en los núcleos familiares. De todos modos, algo que yo me encontré en ellos tres es que no juzgaban al padre. Y eso, que me parecía conmovedor, me ayudó mucho a sostener mi regla de no juzgar en el libro.

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