Un accidente en la autopista lo dejó sin caminar: de un revés para la vida, a un servicio de amor

28/10/2019

Gabriel Copola tenía tan sólo 11 años cuando salió despedido de su bicicleta en el Acceso Oeste. Actualmente es licenciado en Educación Física, docente universitario y jugará su tercer Juego Paralímpico en 2020.


¿Qué es lo primero que harías si te dijeran que, a partir de mañana, no vas a poder volver a caminar? Quizá saldrías a correr. Sólo correr, para alcanzar nada, pero para sentir eso por última vez.

Gabriel Copola nadie le avisó ni le consultó nada. Tenía apenas 11 años en 1995, cuando una de esas travesuras que se hacen durante la infancia, no salió como esperaba.

Esa tarde calurosa (muy calurosa, lo recuerda bien) de noviembre, él se encontró tirado a un costado de la autopista del Acceso Oeste, pensando que allí se iba a morir. Que allí iba a pasar los últimos minutos de su vida.

Un accidente en la autopista lo dejó sin caminar: de un revés para la vida, a un servicio de amor

Al otro día tenía examen de lengua, y encontró un refugio al ponerse a repetir los tiempos verbales: “No lo tomé como repaso, sino para no apagarme, porque pensé que me podía llegar a morir. Es el día de hoy que me los acuerdo”, contó en una charla exclusiva con Radiomitre.com.ar.

Ese día, su padre le había pedido que corte el pasto en la casa en donde vivían, en Ituzaingó, pero él aprovechó la hora de la siesta para escaparse con su bicicleta. Un poco más que una vuelta manzana. Ese poco más que le cambió la vida para siempre.

“Se había formado un terraplén bastante importante, me subí ahí y cuando intenté bajar salí despedido de la bici. Me fracturé la columna. Lo único que quería era salir de ese lugar, hacía muchísimo calor y yo estaba sobre la tierra”, agregó sobre aquella tarde trágica.

Pasó casi 100 días en terapia intensiva y al despertar se enteró que no volvería a caminar. Jamás volvería a jugar al fútbol, como hacía de chico junto a sus amigos. Pero Gabriel pensó: “Está bien, no voy a poder volver a jugar, pero me voy a mover como nunca”.

Porque para él, el desplazamiento no pasa sólo por utilizar las piernas, sino también por la predisposición. Actualmente, Copola es tricampeón parapanemericano en tenis adaptado, ya está clasificado a los Juegos Olímpicos de Tokyo 2020, da clases en la Universidad de La Matanza y es profesor de Educación Física.

“En ningún momento pensé en la posibilidad de que por tener que usar una silla de ruedas, se detiene la vida en ese lugar. Ella es el medio para la construcción de la nueva realidad que te toca vivir”, indicó Gabriel Copola.

¿Todo marcha sobre ruedas?

Pero la vida no fue nada fácil para él: fueron varios los momentos en donde se sintió señalado, discriminado y estigmatizado. Lo miraban por “diferente”.

“Eso tiene que ver con el contexto en el cual estamos. La mirada que existe sobre las personas con discapacidad es una construcción histórica que uno no puede cambiar, sino hacer valer un paradigma sobre el otro. Lo que termina discapacitando es cómo me mirás o como desarrollas tu sociedad en función de pensar brindar posibilidades o no para la persona con discapacidad”, analiza.

Esta vez, por fin la prisión, te va a gustar…

Su amor por el tenis de mesa (no confundir con ping pong) comenzó cuando en 1996 vio un programa de Susana Giménez. Allí estaba Daniel Haylan, bronce en los Paralímpicos de Atlanta 96. Ganó el primer torneo que disputó y no paró, más allá de que el acceso a este deporte fue complicado: “Al principio era muy difícil encontrar un lugar en donde practicar, y sobre todo para gente con discapacidad”.

Trabajó en el área deportiva del Servicio Penitenciario Bonaerense y es docente universitario, en una especie de desafío ante la adversidad: “Fue una provocación ante un sueño. Cuando iba a la escuela, yo siempre contestaba que de grande quería ser profesor de educación física”.

Gabriel Copola tiene miedo cuando pasa por al lado de una autopista. Es inevitable no volver a esa tarde del 95. Pero recuerda muy bien la última vez que lloró: fue tras despertarse del hospital.

Un accidente en la autopista lo dejó sin caminar: de un revés para la vida, a un servicio de amor

Eso fue llanto de tristeza, pero sí que tuvo motivos para llorar de felicidad: ganó los Parapanamericanos de 2011, 2013 y 2019, y participó en los JJOO de Londres 2012 y Rio 2016.

“Gabriel, ¿qué harías si tuvieras la posibilidad de volver a caminar por un día?”, me animé a preguntarle. Y él no dudó: “Llamaría a mis amigos para hacer un partidito de fútbol y por ahí después me pongo a correr sin parar hasta donde llegue. Hoy no me puedo ver en esa posición. No extraño volver a caminar, aunque sí te puedo decir que cambiaría todo por volver a hacerlo”.

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