Subzona 15: prisión perpetua para 28 imputados

27/04/2020

El Tribunal Oral Federal condenó a 28 imputados a prisión perpetua, a siete a los sentenció a penas de entre 25 y 7 años, y absolvió a otros 5 acusados. Uno de los casos que fue importante en el juicio es el del balcarceño Miguel Luis Molinari.


Por crímenes de lesa humanidad cometidos bajo la órbita conocida como «Subzona 15» durante la última dictadura cívico militar, el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata condenó este lunes a 28 imputados a prisión perpetua, a siete a los sentenció a penas de entre 25 y 7 años, y absolvió a otros 5 acusados.

Los jueces Roberto Falcone, Mario Portela y Alfredo Ruiz Paz estuvieron en sintonía con lo solicitado por la fiscalía, que había pedido la pena máxima prevista por el Código Penal para 31 de los 40 imputados. El próximo 18 de junio serán entregados los fundamentos a las partes.

Virton Modesto Mendiaz, Alfredo Manuel Arrillaga, Eduardo Jorge Blanco, Jorge Luis Toccalino, Julio Cesar Fulgencio Falcke, Oscar Ayendez, Héctor Raúl Azcurra, Policarpo Vázquez, Rafael Alberto Guiñazú, José Omar Lodigiani, Carlos María Robbio, Justo Alberto Ignacio Ortíz, Eduardo Carlos Frías, Alfonso Eduardo Nicolás, Roberto Mario Blanco Azcarate, Luis Héctor Bonanni, Raúl César Pagano, Osvaldo Gaspar Siepe, Néstor Ramón Eduardo Vignolles, Héctor Eduardo Vega, Fortunato Valentín Rezzet, Carlos Alberto Suárez, Hugo Ernesto Pabón, Alcides José Cerutti, Oscar Ramón Gronda, Alfredo Raúl Weinstabl, Ernesto Davis y Raúl Enrique Pizarro fueron condenados a prisión perpetua.

En tanto, Juan Eduardo Mosqueda fue sentenciado a 25 años de cárcel; Ariel Macedonio Silva, a 22, Gonzalo Gómez Centurión, a 12; Cesar Enrique Martí Garro y Miguel Ángel Domingo Parola, a 10; Carlos Arturo Mansilla y Juan Carlos Aiello, a 7.

Por su parte, el Tribunal decidió absolver a los acusados Eduardo Carlos Isasmendi Sola, Juan Roberto Contreras, Silverio Abel Cortez, Juan Tomás Carrasco y Juan Alberto Rincón.

El juicio se inició en abril de 2018 con un total de 43 imputados y se centró en 272 hechos cometidos dentro del ámbito jurisdiccional que abarcó las localidades de General Pueyrredon, General Lavalle, General Madariaga, Mar Chiquita, Balcarce, General Alvarado, Lobería, Necochea y San Cayetano; y en los centros clandestinos de detención de Mar del Plata conocidos como «La Cueva» y la Base Naval.

Dos de los imputados murieron durante el transcurso del juicio y otro realizó una presentación de incapacidad, por lo que 40 llegaron hasta la instancia final del proceso. Todos ocupaban puestos jerárquicos y 31 de ellos no habían estado jamás sentados en el banquillo desde que se reanudaron los juicios en 2006. Diez pertenecían al Ejército, dos a la Fuerza Aérea, 25 a la Armada, cinco a la Prefectura y el restante fue el jefe de la comisaría de Miramar.

De las 272 víctimas, 133 permanecen desaparecidas y se recuperaron los cuerpos de otras 28. Uno de los casos que fue importante en el juicio es el del balcarceño Miguel Luis Molinari.

El 20 de enero de 1978 fue secuestrado por las fuerzas represivas mientras cargaba en Mar del Plata la leche y otros lácteos que repartía en nuestra ciudad.

Desde ese momento, fue alojado en distintos centros clandestinos de detención y una y otra vez en diversas sesiones de tortura le preguntaron por su militancia en la Juventud Peronista.

Unos diez días después, finalmente La semana pasada declaró en el marco del juicio por delitos de lesa humanidad que se lleva a cabo en el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata.

La megacausa “Subzona 15” es la primera vez que llega a instancia de juicio oral, mientras que existió un juicio anterior de “La Cueva” y ya fueron juzgados cuatro tramos anteriores de “Base Naval” y este proceso corresponde a las partes cinco y seis.

EL RELATO DE MOLINARI EN EL JUICIO
«El 20 de enero de 1978, cuando regresábamos a Balcarce junto a mi empleado, nos pararon los militares a la salida de Mar del Plata. Nos hicieron bajar del camión, nos esposaron y nos taparon las cabezas. Luego nos subieron por separado a dos Falcon y nos llevaron al centro clandestino ‘La Cueva’. Nos metieron en dos habitaciones y podía oír los golpes que le daban a mi compañero«, comenzó en el juicio su relato Molinari.

Y añadió: «Me llevaron a una habitación del frente, me hicieron desnudar, me subieron a una camilla de chapa y ahí empezó la tortura con la picana eléctrica. Preguntaban si conocía a una persona, si conocía a la otra. Siempre insistiendo hasta que en determinado momento uno dice que pararan que traían un aparato más fuerte. Y al rato trajeron otro, ahí sí realmente me levantaban por el aire con cada descarga eléctrica en cualquier parte del cuerpo, en los ojos, en los oídos, en la nariz, hasta hacerme sangrar«.

Tras pasar por más interrogatorios en los que los represores demostraban conocer muy bien cómo estaba integrada su familia, a Molinari lo fueron a buscar a su celda y lo subieron nuevamente con la cabeza tapada al Falcon. Cuando lo bajaron del vehículo, estaba frente al mar y uno de los militares le dijo «Acá se termina todo».

«Sacaron una pistola, me la pusieron en la cabeza e hicieron como un simulacro de fusilamiento, pensé que me mataban. Pero después me volvieron a subir al auto y me llevaron a la Base Naval, donde me dejaron en una habitación junto otras 20 personas”, recordó el balcarceño.

Luego de 48 horas, Molinari fue nuevamente trasladado, esta vez a la Brigada de Investigaciones. «Me llevaron a un calabozo en un sótano, me desnudaron y me dejaron dos días ahí adentro; lo único que había era un recipiente de plástico para hacer las necesidades y me ponían un caldo para tomar. Finalmente, el 31 de enero recuperé la libertad y pude regresar a Balcarce», relató.

Sin embargo, las torturas fueron el principio de todas las persecuciones que vendrían posteriormente. «A los dos días, cuando me estaba recuperando del shock, golpean la ventana del lado de la calle. Me pidieron permiso para entrar, se sentaron, sacaron una pistola, la dejaron arriba de la mesa y dijeron que querían hablar para ver cómo seguir a adelante y me dieron instrucciones».

En ese sentido, Molinari contó que le ordenaron reportarse y pedir permiso cuando quisiera alejarse de Balcarce. «Estaba permanentemente vigilado. Todo eso duró hasta fines de 1980 que se cortó abruptamente«, cerró.

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