El martes 13 de abril de 1993 parecía pasar sin pena ni gloria en la ciudad, a pesar de las supersticiones. Pero, pocos minutos después de las 22 comenzó la hecatombe: un gran temporal de lluvia y viento se abatió sobre la ciudad y causó cuantiosos daños, con carteles y techos volados y evacuados. Más tarde aparecerían dos muertos. “Verdadero desastre en Mar del Plata”, tituló LA CAPITAL el 14 de abril de 1993.

En aquel entonces Carlos Menem era presidente de la Nación y Mario Roberto Russak había sido elegido intendente municipal, en Argentina regía la Convertibilidad (1 peso = 1 dólar), el kilo de asado cotizaba a $3,20 y $13 el kilo de helado. En aquel entonces, la provincia de Buenos Aires -gobernada por Eduardo Duhalde- también financiaba los viajes de egresados de chicos bonaerenses durante una semana en Mar del Plata.

Recién había terminado una exitosa -a nivel turístico- Semana Santa, con Menem descansando en Chapadmalal y Fito Páez presentando su flamante disco “El amor después del amor” en el ya desaparecido SuperDomo.

Previamente, en la noche del 5 de abril, otro temporal había azotado la ciudad y provocado el encallamiento del buque “Polaris” en la escollera del ex Inidep, lo que hoy es La Normandina. Días más tarde, el barco se desplazó hacia el centro de Playa Grande, convirtiéndose en una más de las atracciones turísticas que ofrecía “La Feliz”.

De acuerdo a las crónicas periodísticas, la noche del martes 13 de abril de 1993, cerca de las 22, “un verdadero fenómeno meteorológico se abatió sobre la ciudad” provocando “múltiples roturas de vidrios en todo el sector costero y en el centro, con ráfagas de viento de más de 146 km/h”.

La contingencia climática había generado “voladuras de techos, cables cortados, buques prácticamente varados en el puerto y marcadas destrucciones en edificios de la zona de Varese y Cabo Corrientes” como consecuencia de “un violento meteoro”.

Si bien la lluvia había afectado muchos de los sectores de la ciudad, los mayores destrozos se habían registrado en el centro, la costa y barrios alejados como Belgrano, Puerto y Constitución, consignaban las páginas de este diario.
Asimismo, el temporal había arrancado “añosos árboles de cuajo” en la intersección de Boulevard Marítimo y Alem y de las plazas San Martín y Colón, como también retorcido casi todos los carteles publicitarios ubicados en la peatonal San Martín.

En la esquina de San Luis y la Peatonal, los destrozos incluían la caída del techo de la pileta que regenteaba Luis Alberto Nicolao en el tercer piso de las galerías Lafayette, con daños que alcanzaron a la ex agencia del diario Clarín y los locales de ropa Seijo y calzados Salzano. También sufrieron casi destrucción total la estación de servicio de Jujuy y Luro y la comisaría primera.

El tornado también arrebató el techo de la sede social del club Independiente, en San Juan al 800, aunque rápidos de reflejos, al otro día ya habían instalado una mesa en la puerta del edificio para vender bonos con el objetivo de reconstruirla.

Los vidrios de la biblioteca municipal habían estallado al igual que las tejas de la escuela N°5 de San Juan y 3 de Febrero y de la escuela de Artes Visuales Martín Malharro, que en aquel entonces estaba ubicada en Funes casi 9 de Julio.

El viento también afectó la fachada del antiguo hotel Hurlingham -frente a Varese, en la manzana comprendida por Boulevard Marítimo, Bernardo de Irigoyen, Gascón y Pellegrini-, donde la comunidad judía celebraba una de sus fiestas.

En tanto, un ómnibus del Rápido del Sud que unía Mar del Plata con Miramar fue tumbado por el viento en la ruta 11, con un saldo de varios heridos.