Lo habían empezado a llamar “Scalextric”, por esos autitos de juguete que eran furor a fines de los ‘80. Una vez encendidos, los pequeños coches parecían irrefrenables sobre las pistas en loop. Para los organizadores del Torneo de “Ciudad de Balcarce”, pero también para los padres, los entrenadores y los otros chicos que jugaban en los distintos clubes, y todos los testigos que se acercaban a la cancha a confirmar el rumor, efectivamente Lionel Andrés Messi era como un scalextric: imparable.
El actual capitán de la selección argentina campeona del mundo tenía tan solo 10 años cuando “La Máquina” -la triunfal categoría 87 de Newell’s Old Boys de Rosario- arribó a nuestra ciudad. A pesar de la corta edad, sus amigos de la infancia y algunos allegados con los que todavía mantiene contacto juran que lo recuerda todo de aquella travesía.
Puede ser porque hizo 15 goles en seis partidos y su equipo salió campeón. O quizás porque viajó solo, sin sus padres Jorge y Celia, y se alojó en la casa de una familia que desconocía. O tal vez porque, como si fuera parte de la trama de la novela que Cris Morena estrenaba esa misma temporada, durante el verano del 98 vivió su primer día de playa con el amor de su vida en Mar del Plata.
Por ahí es una, o son varias, o todas esas razones las que lo explican, pero lo cierto es que 25 años después, el mejor futbolista del planeta no olvida aquel momento particular de su infancia en el que sintió los incipientes alientos, oyó los primeros elogios serios, y experimentó, esta vez lejos de su hogar, la obnubilación que le provocaba y le provocaría para siempre Antonela Roccuzzo.
La reconstrucción del viaje de “La Máquina” a Balcarce ya fue realizada tiempo atrás, aunque siempre que se entrevista a los que estuvieron allí surgen nuevos detalles, anécdotas y documentos. Esta vez, por ejemplo, aparecieron unos viejos recortes del diario “El Liberal”, en los que un cronista advierte haber presenciado un hecho único. Son viejos, sí, pero no por ello menos sorprendentes, ya que hasta ahora no se habían dado a conocer al público.
“Quienes tuvieron la posibilidad de concurrir al estadio ‘General Balcarce’ para observar las incidencias del torneo nacional de fútbol infantil ‘Ciudad de Balcarce’, seguramente habrán quedado encandilados por la habilidad del volante ofensivo de Newell’s Old Boys, Lionel Messi, un auténtico jugador ‘distinto’, según la jerga futbolera”, reza la nota, fechada el domingo 25 de enero de 1998.
Y continúa: “Dotado de una gran habilidad, Messi se destacó claramente del resto cada vez que entró en contacto con la pelota, no sólo por lo que generaba individualmente, sino en la manera como hacía jugar a sus compañeros. Fue sin dudas el mejor del torneo. Pero por si ello fuera poco, además fue el goleador de la competición con 15 tantos en los seis cotejos que disputó”. Para finalizar, el ahora desaparecido matutino describía al pequeño Leo como “una auténtica promesa del fútbol nacional”.
Dirigidos por el recientemente fallecido Carlos “El Cabezón” Morales, los chicos de “La Máquina” sentían una gran expectativa antes de disputar el campeonato, ya que hasta ese entonces no habían tenido roce alguno con sus pares de los clubes de Capital Federal y el conurbano bonaerense. Querían medirse con los jugadores de Boca, Independiente y Racing, entre otros.
Al arribar a Balcarce, Leo y su compañero Matías Pecce fueron alojados por la familia de Francisco Ludueña, un jugador local dos años menor que aún conserva un banderín de Newell’s que ambos firmaron y le obsequiaron, como único objeto conmemorativo de semejante vivencia.
“No eran tiempos de sacar fotos en cualquier momento, como ahora”, se lamenta hoy Francisco. “Las cámaras eran de rollo y no nos sacamos, o si nos sacamos se perdieron, porque yo no tengo ninguna con él. A Matías lo reencontré por redes sociales, recordamos esos días juntos y hace unos años nos juntamos en Rosario, pero ver a Messi es más difícil. Le escribí mails a la gente de prensa del Barcelona cuando recién llegó a la Primera y quedaron en mandarle mi mensaje y mis saludos, pero jamás pude volver a hablar con él”, cuenta Francisco.
Como explica la crónica de “El Liberal” que atesora Fernando Piró, uno de los actuales organizadores del certamen, el joven que en ese entonces recibió en su vivienda al capitán argentino sostiene que “era distinto, no lo podían parar y todos hablaban de él”. Un partido contra Jorge Newbery de Lobería los rosarinos lo ganaron 10 a 0, con cinco goles de Messi. En semifinales, vencieron a Independiente de Avellaneda por 2 a 1, y en la final batieron a Racing de Balcarce –que había eliminado nada más y nada menos que a Boca Juniors-, por 6 a 1. Cuatro de esos tantos fueron de Leo.
“Lo primero que recuerdo de Messi es que, como el torneo duró una semana, pasaban los días y la gente empezaba a venir a la cancha enterada de que había un pibito que los bailaba a todos. No había pasado nunca en las seis ediciones anteriores eso, y después empezó a pasar con otros jugadores como Agüero y algunos más que vinieron más adelante, pero con Messi era una locura. ¡Lo habíamos bautizado scalextric!”, rememora Javier Vallina, director técnico de los subcampeones.
Y agrega: “También me acuerdo de que todos se le acercaban y le decían que iba a llegar, que iba a ser un monstruo, un crack… Era mucha diferencia la que hacía”.
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