El derribo mutuo de aviones militares entre las dos naciones nucleares puso en alerta al mundo.
Tras una escalada militar en la disputada región de Cachemira que incluyó bombardeos y derribos de cazas de combate, Pakistán se mostró dispuesto a liberar a un piloto de guerra para bajar las tensiones con India.
«Estamos dispuestos a devolver al piloto indio capturado si ello conduce a una rebaja de la tensión», dijo el canciller paquistaní, Shah Mehmood Qureshi, en una entrevista con la cadena de televisión local Geo.
Qureshi una vez más ofreció reabrir los canales de diálogo con la India y afirmó que el primer ministro paquistaní, Imran Khan, está listo para hablar con su homólogo indio.
La India y Pakistán, dos países con armas nucleares, reclaman su soberanía sobre toda la región himalaya de Cachemira. El problema limítrofe ha causado tres guerras desde su independencia del Reino Unido, en 1947.
La porción india, llamada estado (provincia) de Jammu y Cachemira, es la única región del país de mayoría musulmana y desde 1988 es escenario de una insurgencia islamista que busca la independencia de la India y que la región pase a dominio de Pakistán.
India dice que Pakistán apoya a esos grupos insurgentes. El gobierno paquistaní no niega su apoyo político a los separatistas, a los que califica de «luchadores por la libertad».
La oferta de liberar al piloto indio llega en medio de una escalada militar sin precedentes en los últimos años, después de que la India bombardeara un campamento en suelo paquistaní del grupo islamista Jaish-e-Mohammed (JeM), que reivindicó el pasado 14 de febrero el atentado en la Cachemira india en el que murieron 42 militares.
Sin embargo, el Ejecutivo de Islamabad mantiene que la acción no causó bajas y que las bombas indias cayeron en espacios abiertos.
Como respuesta, Pakistán anunció ayer el derribo de dos cazas indios y la captura de uno de los pilotos, además del bombardeo a través de la Línea de Control (LoC, frontera de facto en Cachemira) de territorio indio sin causar bajas ni daños.
La India, por su parte, reconoció la pérdida de una aeronave y la captura del piloto, y aseguró que había derribado a su vez un caza paquistaní, sin aportar pruebas.