Cuando lo mataron, Víctor Márquez Dos Santos estaba de rodillas. En la escena del crimen encontraron un bala calibre 9 milímetros. El caso fue compartido en el portal de periodismo ciudadano.

La investigación por el crimen de un chico de 16 años tomó ungiro inesperado en las últimas horas: los siete policías que estaban de guardia la noche del asesinato fueron detenidos. Fue una suboficial quien contó que el jefe de calle fue el responsable del disparo que mató a Víctor Márquez Dos Santos.

Desde un primer momento, la familia del chico apuntó a la policía por la bala calibre 9 milímetros que encontraron en la escena del crimen. Su cuerpo fue encontrado la madrugada del 25 de agosto por un vecino, frente a la Escuela de Comercio 10 donde cursaba el segundo año. Tenía una herida de bala en la cabeza con orificio de entrada en el ojo derecho y salida en la región parietal izquierda del cráneo. La autopsia reveló que el cuerpo no tenía otro tipo de lesiones ni marcas de arrastre. Esto indicaría que lo mataron en el lugar y que cuando recibió el disparo estaba de rodillas.

En un primer momento la policía detuvo a un chico de 18 años, amigo de la víctima, pero rápidamente fue liberado por falta de pruebas. Pasaron los días y no aparecieron nuevos sospechosos, hasta que el juez de Instrucción Fernando Verón, puso la lupa sobre los policías que estuvieron de guardia el día del homicidio. Ya algunos testigos habían declarado que en la zona del crimen habían visto al patrullero de la comisaría de Santa Ana y escucharon disparos.

En base a estos datos y después de revisar el libro de guardia, el juez ordenó la detención de siete agentes y fue una suboficial quien rompió el silencio. Denunció que el oficial subayudante Ramón Vergara fue quien le disparó a Márquez Dos Santos con su arma reglamentaria.

Las pericias realizadas en el arma de Vergara dieron positivas: es compatible con la herida en la cabeza de la víctima.

La muerte del chico conmocionó a la localidad de Santa Ana, que en dos oportunidades salió a la calle a reclamar justicia y pedir que Gendarmería Nacional se hiciera cargo de la investigación ya que ellos desconfiaban de la policía local.

Pero no solo eso, horas después de que Víctor fuera asesinado murió su papá Eriberto Márquez, de 66 años.