Los trigueros de la zona dicen que la situación es crítica

09/12/2014

Por las restricciones a la exportación hay un excedente de 2,4 millones de toneladas. Las 400 mil que recientemente el Gobierno autorizó vender al exterior, son consideradas insuficientes. Para peor, el precio de la tonelada cayó de 200 a 130 dólares.

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Tanto en el sudeste bonaerense como en el sector de mar y sierras, que por suelos y clima son las zonas productoras de trigo por excelencia y en las cuales está próxima a iniciarse una nueva cosecha, debido a las restricciones del Gobierno nacional para vender ese cereal al exterior, los productores, que atraviesan por una difícil situación financiera, reclaman la devolución de la rentabilidad a la actividad que desarrollan. Para que ello sea posible, consideran que se debe reformular todo el sistema tributario. En ese sentido destacan que mientras el Estado se lleva 2.899 pesos por cada hectárea sembrada de trigo, el productor sufre un quebranto de 2.330, lo cual hace que sea necesario eliminar urgentemente los derechos de exportación y de la ganancia mínima presunta.

En otro orden, afirman que el impuesto al valor agregado debería ser neutro, reglamentando la libre disponibilidad de los saldos técnicos y dejando de lado las retenciones de IVA; asimismo, que, por un elemental criterio de equidad, deberían actualizarse los mínimos no imponibles del impuesto a las ganancias así como ajustarse los gastos por inflación.

Motivos

El ingeniero agrónomo marplatense, Miguel Mackinlay, manifestó que «a diferencia de la soja, el trigo es un cultivo que requiere más fertilizantes, fletes, silos, mano de obra, maquinarias, semillas y agroquímicos, todo lo cual moviliza la economía de la zona y genera puestos de trabajo. Por otro lado -añadió- teniendo en cuenta que aporta a la sustentabilidad de los suelos, su siembra evita que a raíz de la erosión los mismos vean reducida la calidad y que pierdan nutrientes». Tras comentar que «para que el puerto de Quequén pueda operar debería liberarse la exportación de trigo», sostuvo «al no contar con él, los productores del sudeste y de la zona de mar y sierras, que es la de mayor producción del país, ven aumentados sus gastos de flete ya que en lugar de 120 kilómetros, los camiones en que se transporta el cereal deben recorrer 500 hasta llegar al puerto de Bahía Blanca donde descargan el cereal». Dijo luego que «es lamentable que cada vez se invierta menos en avances tecnológicos, fertilizantes, etc. y que la productividad del campo se haya reducido a la mínima expresión ya que esto, entre otras consecuencias negativas, provoca reducción en el empleo y una menor contratación de servicios, con el consiguiente empobrecimiento del país en general y de la zona en particular».

Quedó mucho trigo sin vender

Héctor Villar, acopiador de cereales, manifestó a este medio que «como la autorización para exportar es limitada y llegó a destiempo, estamos concluyendo el año con un excedente de 2 millones 400 mil toneladas de trigo viejo que no se pudo vender; en momentos en que el cereal valía alrededor de 200 dólares la tonelada, no nos dejaron vender al exterior; ahora, que vale 130 dólares, autorizaron solamente 400 mil toneladas; el mantenimiento del trigo es costoso por lo cual esto no alcanza para nada. El mercado brasileño, que era el que más abastecíamos, prácticamente se perdió; ahora le compran a Estados Unidos y a Uruguay», aclaró.

Gustavo Erice, otro productor, sostuvo por su parte que «el que siembra debería recibir el precio que el trigo tiene puesto en dársena, antes de ser cargado, que es de 1.800 pesos por tonelada; sin embargo esto no ocurre ya que, como no se permite exportar, lo que un molino está pagando en la zona, en promedio, es entre 1.050 y 1.100 pesos; la diferencia se la quedan el exportador y el molinero», sostuvo, tras lo cual dijo que «el año pasado estuvimos mejor que éste ya que entre el 20% y el 30% de la producción se pudo vender a un precio forward» (valor a cosecha que se establece al momento de sembrar) algo que este año no ocurrió. Dijo luego que «como los semilleros se están yendo a los países limítrofes, la calidad del trigo argentino es cada vez peor; teniendo en cuenta que estamos en una zona triguera por excelencia, vernos forzados a producir otros cultivos, como la soja, hace que generemos un volumen de cereales mucho menor al esperable; con ello se resiente también la actividad económica de los que se ocupan de hacer fletes», advirtió.

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