El Gobierno usó una triple ancla para llegar a las elecciones con una desaceleración en el ritmo de aumento de los precios. Ralentizó la actualización del dólar oficial y puso nuevas trabas a los paralelos para evitar presiones; suspendió los aumentos de tarifas y realizó varios acuerdos para mantener los valores de productos de consumo masivo.
Sin embargo, la política fue acompañada por una persistente emisión de pesos que, con tasas negativas para la remuneración del ahorro, terminan siendo combustible para la inflación en general y del dólar blue en particular. A eso se sumaron las revisiones paritarias que corrigieron los acuerdos salariales que se habían delineado a comienzos de año -en torno al 30%- y que se aumentaron ahora al 40% o 45%.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, ya no oculta que la inflación estará muy por encima del 29% que había proyectado para este año y anticipó que el Presupuesto 2022 se difundirán las expectativas corregidas. Sin embargo, el dato de agosto y de los meses siguientes podrían traer algo de alivio al Gobierno, que aprovechará la disminución en la previa de las elecciones legislativas de noviembre.
Los precios vienen bajando su ritmo de aumento desde el pico de 4,8% de marzo pero no lograron perforar el 3% en julio. La apuesta oficial es que ese hito se alcance con el dato de agosto. Los privados coinciden y esperan que el índice de precios al consumidor marque 2,8%. El Indec publicará la cifra oficial el 14 de septiembre, dos días después de las PASO.