Argenvac 221. Así es el nombre de la vacuna contra el coronavirus que en los próximos meses se comenzará a producir en Gihon Laboratorios SRL, la química del Parque Industrial General Savio de Mar del Plata que lidera Alberto Chevalier, en el marco de un ambicioso proyecto científico que involucra a diferentes organismos e instituciones del país y que es impulsado por el Gobierno nacional con el fin de garantizar nuevas alternativas de inmunización de cara al 2022.
Se trata de una novedad inédita para la historia científica de la ciudad: es la primera vez que una institución local adquiere un rol protagónico en un proceso de fabricación de estas características. «Independientemente de que lleguemos a tiempo con la vacuna, creo que lo más importante es la oportunidad de empezar a generar conocimiento en el desarrollo de una vacuna«, sostuvo Chevalier.
Por esta fecha, hay seis proyectos de vacunas argentinas que se encuentran en plena etapa de desarrollo: de todos ellos, el que muestra más avance es el que se denomina «Arvac Cecilia Grierson», encabezado por la investigadora Juliana Cassataro, cuya vacuna funciona a base de una «proteína recombinante», que lo que hace es utilizar como antígeno proteínas que envuelven al virus (S y N), según informaron esta semana desde el ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación.
El hombre de Gihon Laboratorios, quien al mismo tiempo cumple funciones como presidente de la asociación civil administradora del predio industrial de ruta 88, explicó que la Argenvac 221 también se basa en el uso de proteína recombinante y resaltó, como una de las ventajas, que esta vacuna «se puede adaptar fácilmente» a las diferentes variantes que muestra el virus.
Para este desarrollo científico de alta complejidad se conformó el consorcio Argenvac, donde participan – además del laboratorio marplatense – expertos de la Universidad de La Plata, del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), de la Administración Nacional de Laboratorios e Institutos de Salud (Anlis) “Dr. Carlos Malbrán”, de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (Anlap).
Cada una de las entidades es un eslabón clave en la cadena de producción de la vacuna. La UBA, por ejemplo, se va a encargar de desarrollar la cepa productora del antígeno, en el Malbrán se realizarán ensayos clínicos y se garantizará la articulación con la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat), el Inti avanzará con el primer escalado de producción de la proteína, en la Anlap se brindará asesoramiento y en la casa de estudios platense se desarrollarán nanopartículas y ensayos preclínicos.
¿Qué hará Gihon? La misión de la prestigiosa institución de la ciudad está ligada con la producción de proteínas bajo normas GMP – por sus siglas en inglés, good manufacturing practice (buenas prácticas de fabricación) – y de nanopartículas que se van a utilizar en la vacuna como adyuvantes, algo que también resulta novedoso porque de esta manera se pretende «aumentar la respuesta inmunológica» de la Argenvac 221.
El proyecto científico, que cuenta con un respaldo económico de aproximadamente 60 mil dólares por parte del Estado nacional, se defendió este jueves frente al Fondo Argentino Sectorial (Fonarsec) y, si todo sale bien, Chevalier estima que las nuevas dosis se pondrán a prueba en el transcurso el 2022, año en el que se espera que el coronavirus pase de ser una pandemia a una “enfermedad endémica». «Puede ser que se llegue a utilizar para las dosis de refuerzo que haya que aplicarse durante varios años», dijo el co-fundador del laboratorio.